El perro rescatado por los bomberos volvió con su dueño

Maximino Señarís, propietario del can, explicó que el animal había estado persiguiendo a un gato y acabó emparedado entre dos edificios, donde estuvo varias horas intentanto salir



La aventura de Sol, el perro que el pasado miércoles era rescatado por los bomberos de La Coruña, concluyó felizmente. Poco después del mediodía de ayer el dueño del animal, Maximino Señarís, fue a la perrera municipal a recoger el can; el día anterior ya había estado en dichas dependencias para confirmar que se trataba de su perro, un cruce entre cazador y grifón.

El personal de la perrera municipal había llevado el can al veterinario y luego lo tuvo recuperándose de las heridas y rozaduras que había sufrido durante su encierro.

La versión de lo ocurrido que maneja Maximimo Señarís es que Sol salió persiguiendo un gato; sostiene que es habitual que se vaya de su caseta «pero aunque tarde un tiempo siempre vuelve a su sitio». Esta vez, lo echó de menos el martes por la noche y supuso que acabaría volviendo. Al día siguiente vio con sorpresa que el perro no estaba y salió en su búsqueda «por la zona de la vía del tren, que es por donde suele ir», en las inmediaciones del polígono de A Grela.

Fue así como escuchó sus lastimeros ladridos «pero no sabía exactamente donde estaba, pensé que se habría metido dentro de la nave y que se fueron dejándolo cerrado dentro». Acabaría descubriendo que en realidad estaba en un hueco existente en dos edificios en el que, según explica, se habría metido persiguiendo un gato, por los pelos que había en el lugar. «Hubo un momento en que ya no podía ni salir ni casi moverse», indica. Esta es la razón por la que la punta de la cola de Sol estaba bastante dañada, en al menos un lado de la cabeza tenía rozaduras hechas durante las largas horas en las que intentó salir. También las patas las tenía un tanto dañadas de las rozaduras hechas hasta que los bomberos rompieron un trozo de muro para rescatarlo, orientándose por sus ladridos.

«Es muy trabajador»

De todos modos, Maximino Señarís sostiene que cuando sale a cazar conejos «es muy trabajador y acaba perdiendo la mayor parte del pelo porque se mete en las zarzas y por donde haga falta; además tanto te sigue la pieza a primera hora de la mañana como cuando estás acabando y tendría que estar cansado».

Tanto Rosi Guerra, gerente de la perrera municipal, como los laceros del centro, ya conocían al dueño de Sol porque en alguna ocasión había acudido a estas dependencias para adoptar un perro: «Vine cuando murió uno que tenía y me llevé otro de aquí». Mientras tanto Sol, que tiene casi seis años, saludaba con sus ladridos a algunos de los amigos caninos que hizo estos días en la perrera antes de volver a casa.

La Voz de Galicia, 10/03/2007