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domingo, 7 de octubre de 2007

Iberia pagará 711 euros por extraviar un gato

Un juzgado mercantil de Barcelona condena a la compañía por la pérdida del animal en el aeropuerto de Ibiza

Pancho tiene tres años, es naranja, rayado, bonachón y de buen ver. Pesa más de ocho kilos. Todo un garfield. Desde el verano pasado está en paradero desconocido. Su jaula, cuando salió por la cinta transportadora del aeropuerto de Ibiza, estaba abierta y vacía. Viajaba con Iberia, igual que su madre, Maïa, y la dueña de ambas mascotas, Cristina Guasch.

Un juzgado de mercantil de Barcelona ha condenado ahora a la aerolínea a pagar una indemnización por su pérdida y por los daños morales causados por ella. En total, 711,28 euros que, según explica Cristina, no le compensan para nada pero que celebra. La decisión judicial marca un importante precedente.

"A mí lo que me gustaría es estar con Pancho. La gata -su madre- y yo lo pasamos bastante mal con su desaparición. Es importante que las compañías tengan en cuenta a los animales, no son equipaje", explica Cristina. Ella es de Ibiza, aunque ahora vive en Barcelona. Siempre que puede se escapa a ver a los suyos. El último viaje que hizo con Pancho fue el 29 de agosto del 2006. Comenzaba vacaciones, aunque no se imaginaba lo rápido que se iban a estropear. Aterrizaron a medianoche y la jaula de Pancho estaba vacía. "Un maletero me dijo que lo había visto suelto en el aeropuerto. Lo estuve buscando varias horas", recuerda. No hubo éxito y Cristina acabó regresando a Barcelona.

En septiembre recibió la llamada de una trabajadora del aeropuerto que le abría nuevas esperanzas. Habían visto a su gato, o por lo menos a uno que encajaba con las descripciones de los carteles que había colgado. Cristina llamó a una amiga de la isla que fue esa misma noche a buscarlo. Consiguió verlo, aunque en una zona restringida del aeropuerto. Cristina no se lo pensó y cogió el primer avión que pudo. También pudo verlo, aunque estaba al otro lado de una valla de la zona restringida y se escapó.

"Conseguí el teléfono de una persona que trabajaba allí. Me dijo que allí había muchos gatos", relata Cristina con una sonrisa amarga. A finales del 2006 decidió llevar la pérdida de Pancho a los tribunales. Consiguió un juicio y una sentencia favorable. La aerolínea admitía el coste de 6,40 euros de indemnización por la pérdida del gato -como si fuera un equipaje más, casi a peso-, pero no los 180,37 euros de los billetes del vuelo posterior de Cristina y tampoco la indemnización de 6.000 euros por los daños morales. Iberia, según la sentencia, alegaba "que la otra gata que la actora tiene puede seguir teniendo gatitos y suplir el dolor que la pérdida le ha ocasionado". "Primero, no se trata de una mercancía y nada puede suplir a Pancho. Y, segundo, la gata está operada", explica indignada.

El juez ha reconocido los daños morales y ha fijado la indemnización por ellos en 500 euros. No era más, porque según el juez no se podía "deducir un vínculo especial, diferente del que genéricamente tiene una persona por su mascota" y porque tan sólo habían sido dos años de convivencia. Pero obligaba también a Iberia a pagar los 180 euros del segundo viaje, la indemnización de la pérdida y el billete del gato. "Espero que esto sirva para que otros en mi lugar sepan que tenemos derechos", dice Cristina mientras Maïa parece que le da la razón con su rayada cabeza.

El caso de 'Pancho' marca jurisprudencia

Según la abogada que se ha hecho cargo del caso, Vanessa Esteban, colaboradora de indemnizacionportuvuelo.com, la sentencia del caso de Pancho marca una importante jurisprudencia. "Existen casos en los que jueces han valorado un daño moral por pérdida de equipajes, también por la pérdida de vuelos, pero no en casos de animales vivos", afirma Esteban. Una jurisprudencia material que el juez recoge en la sentencia y que también admite, a causa de esos extravíos, padecimientos emocionales como incomodidad, nervios o limitaciones. "Este caso nos permite avanzar un poco más nuestros derechos como usuarios de compañías aéreas. Tenemos que tener todos claro que las compañías tienen una responsabilidad hacia nosotros y que deben cumplirla. Y que en casos de abusos es importante que todos los afectados se unan", sentencia la abogada.

La Vanguardia, 07/10/2007

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